El Estado, como comunidad política, se construye e interpreta como principal promotor del bienestar social. Sus procesos se ven atravesados por distintas variables que, al igual que las fuerzas profundas que constituyen su identidad, le dan forma y le trazan un camino. De esta manera, se observan dinámicas entrelazadas entre la política, la economía, la democracia, los actores subnacionales y externos, los procesos de toma de decisiones y las instituciones intermedias.
Así es como conceptos como formación, ciudadanía, política, valores y participación se interrelacionan para la definición y conformación del espacio público, el cual, como espacio dinámico, requiere de su gestión. Así como el nivel educativo no es condición para la participación política o ciudadana, la formación de estos grupos debe adquirir formatos que presenten una propuesta acorde al desafío. Por tal motivo, el formato diplomatura con modalidad virtual se adecua a los objetivos generales de aprendizaje. Para ser educación –y no sólo emisión de saberes- el entorno virtual debe mantener canales abiertos para la interacción con los estudiantes; webinars y videoconferencias con docentes, foros, comunicación con tutores e, incluso, encuentros presenciales no obligatorios.
El punto de partida para el desarrollo de la comunidad política –desde un barrio a un país- es la formación que aporta reflexión, conciencia histórica, comprensión del presente, herramientas para proyectar el futuro, la importancia suprema de la integridad como identidad del ser -para luego hacer-, el valor de lo público, la relevancia del compromiso y la construcción dialógica como base de las prácticas democráticas.